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jueves, 29 de septiembre de 2016

"La Mansión de los Platos" | Adaptación Hokusai



"Hubo una vez una hermosa sirvienta llamada Okiku. Trabajaba para el samurai, Aoyama Tessan. Okiku a menudo rehusaba sus avances amorosos, así que él la engañó para que creyera que ella había perdido uno de los diez preciosos platos de porcelana de la familia. Tal crimen normalmente resultaría en su muerte. En un frenesí, ella contó y volvió a contar los nueve platos muchas veces. Sin embargo, no pudo encontrar el décimo y acudió a Aoyama con lágrimas de culpa. El samurai ofreció pasar por alto el asunto si ella finalmente se convertía en su amante, pero ella otra vez se rehusó. Enfurecido, Aoyama la arrojó a un pozo de agua a su muerte.

Se dice que Okiku se convirtió en un espíritu vengativo (Onryō) que atormentaba a su asesino contando hasta nueve y luego haciendo un terrible chillido para representar el décimo plato perdido - o quizás se atormentaba a sí misma y aún intentaba encontrar el décimo plato, pero lloraba en agonía cuando jamás podía. 

En algunas versiones de la historia, este tormento continuó hasta que un exorcista o vecino gritó "diez" en voz alta al final de su conteo. Su fantasma, finalmente aliviado de que alguien hubo encontrado el plato por ella, ya no persiguió más al samurai."




   Ésta obra pertenece a la serie 100 Historias de Fantasmas, en la que Hokusai retrata a personajes de los cuentos de terror japoneses tradicionales (kaidan). Un actor asesinado por su esposa y su amante, los persigue espiándolos en la cama; una mujer llevada a la locura por los celos se convierte en un demonio que se alimenta de infantes; otra, envenenada por su esposo, deforme, se muere en la locura, y lo persigue, a menudo en la forma de lámpara de papel...

   Pero entre ésas imágenes perturbadoras, morbosas, a veces incluso éxplicitas, encontramos a Okiku. Sin conocer la historia (de la cual hay múltiples versiones, algunas especialmente crueles, aunque en todas presentes los platos, el pozo, y el terrible final para Okiku), su imagen nos llamó la atención en su misterio, en su sutil tensión de algo que no está bien. 

Cautivante, como también inquietante.

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