La tercera es la vencida, dicen.
Ésta vez fuimos Manu y yo, porque Diego tenía otros deberes académicos.
Lo bueno es que ya nos manejamos mucho mejor para realizar el viaje propiamente dicho, y en ésta oportunidad nos aventuramos a lugares que no habíamos explorado de Capilla del Señor: el otro lado de las vías del tren, puentes del arroyo (con su aparentemente infinita capacidad de serenarlo todo - creo que nos hubiéramos podido quedar todo el día ahi), rutas muy rutas que no sabíamos bien adónde iban y otros caminos por los bosques.
También adoptamos otra modalidad de registro: explorábamos juntas los lugares, pero cada una filmaba por su cuenta, de manera que no sólo se aumentaba el registro, sino que también se diversificaba.
Seguimos con la idea de la superposición en busca de algún clima, aunque no hay una consigna clara. Pensamos diferentes cosas durante el transcurso de este nuevo viaje y luego con Diego - cosas sumergidas, cosas fuera de foco... escalas, objetos, movimientos. Consideramos la presencia de un personaje, pero aún nada conscientemente puesto, digamos.
El hábito de la bitácora no pegó tanto como había pensado. No en el cuadernito, por lo menos. O por ahora.
Puede que esto sea mi bitácora, o que la vaya haciendo mentalmente. Pero ahí, lamentablemente, no se fija.
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